miércoles, 9 de julio de 2008

ESPANTO

Una mujer aparece en la vía Marín-Aroa
El viaje que emprendió desde Aroa hasta Acarigua Simón Vandelverde junto a dos compañeros de camino en un camión Ford 350 cargado de maíz un día cualquiera del mes de febrero del año 1987, se convirtió en la peor pesadilla vivida al momento de regresar.

Eran casi las 6:00 de la tarde cuando salieron desde la ciudad portugueseña, entre parada y parada el viaje se hizo tardío. Comenzaron a transitar la vía de Marín a Aroa, cuando ya eran más de las 11:00 de la noche, nunca se imaginaron que en una de las curvas de Los Caracoles, aparecería una mujer que en cuestión de segundos desaparecería ante los ojos de Vandelverde y sus compañeros.
Con postura elegante, una piel blanca fluorescente, con largos cabellos negros y una delgada tela en blanco y flores pasteles entre morado y beige que cubría su voluptuoso cuerpo, ella estaba estática como si esperara a alguien. Para Simón Vandelverde, la presencia de la mujer parecía algo insólito, porque en su entorno sólo se percibía un ambiente cargado de frío y sobresalto.
“Inmediatamente que la capté la observé embelesado mientras pasaba, y le dije a mis compañeros que vieran esa sorpresiva mujer que apareció de repente. Ellos también la percibieron, pero pensamos que con el cansancio que traíamos desde ese largo viaje, era una alucinación; no fue así porque todos sentimos lo mismo”, comentó Vandelverde.

El camino seguía y mientras recorrían esta arteria vial envuelta por los inmensos árboles y pajonal que se percibe en ambas direcciones, aparte de la intensa oscuridad y el frío, las ganas por llegar no se hacían esperar.

Más adelante, en el sector Agua Linda, la presencia de la misma mujer se hace sentir. Esta vez no estaba paralizada en un mismo lugar, ella caminaba lentamente por el hombrillo de la riesgosa carretera.

–Mira, es la misma mujer que estaba en Los Caracoles, dijo Vandelverde a sus compañeros de camino.

El miedo fue invadiendo a cada uno de los tripulantes, la piel se les erizaba. Entre el aura de esta mujer se dejaba ver una luz escandesciente, que a través del resplandor que salía desde ella, hechizaba a cualquiera de los que percibiera su imagen.

Vandelverde cuenta que más adelante al entrar en la vía Yumare – Aroa, decidieron entrar a mitad del camino a las fiestas que se celebraban en el poblado de Los Ureros del municipio Bolívar, “allí duramos un buen rato, bebimos unos tragos y bailamos. Cuando ya era la medianoche decidimos tomar camino, pero al llegar a la recta de La Luz volvimos a ver a la mujer, esta vez estaba acostada en el centro del pavimento, su cuerpo reposaba largo a largo, y los pocos vehículos que transitaban para el momento frenaban fuertemente para evitar llegarle…ella no era real, era una aparición”, contó con un rostro que a través de su expresiones y su intensa mirada reflejada a través de sus ojos rayados entre el verde agua, transmitía un incontrolable temor.

Vandelverde asegura que la misma mujer aparece en dirección contraria, y es que en palabras de Eugenio Bastidas, un buen amigo de la familia en Aroa, le comentó sobre la experiencia que tuvo con la misma mujer, pero esta vez, montada en su vehículo.

“El me dijo que le paró antes de llegar a la curva de Los Caracoles, la montó en su vehículo y llegó con ella hasta el cementerio de Albarico, donde la propia mujer le pidió que se detuviera. A Eugenio no le importó y se quedó parado frente al camposanto para observar a la mujer misteriosa, que luego de bajarse del vehículo caminó y entro a este lugar cuando eran más de las 12:00 de la medianoche”, aseguró Vandelverde.
“Esta mujer desapareció entre las tumbas, y allí Eugenio reconoció que le había dado la ‘cola’ a un fantasma, que puede aparecer en cualquier lugar de esta carretera”, dijo.

Simón Vandelverde expuso que hay muchas historias que ocurren mientras se transita por esta vía. “Aquí hay mucha tela que cortar, en la época de Marcos Pérez Giménez, entre los años 51 y 53, cuando se construyó esta carretera, hubo una serie de inconvenientes para construirla; sobre todo en la zona de Agua Linda, porque allí en varias oportunidades la tierra se hundió y el asfalto se consumía.

Estos trabajadores ya no encontraban qué hacer, y ante el apuro por entregar la obra, una vez se propusieron ir hasta la montaña de Sorte para hacer un pacto con la reina María Lionza, (se dice que ella es la dueña de la carretera Marín – Aroa) y fue así como la terminaron.

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